Las revistas literarias y culturales no sólo son proyectos contingentes, surgidos en un momento específico; también representan una aspiración de trascendencia. En octubre de 1953 apareció el primer número de Interfolia. Su propósito inicial era informativo: dar cuenta de las novedades bibliográficas de la Biblioteca Universitaria, perteneciente a la Universidad de Nuevo León. Eran los días del rectorado de Raúl Rangel Frías y, al interior de la Universidad, se habían creado espacios para el estudio y el desarrollo de las humanidades, como la Escuela de Verano y la Facultad de Filosofía y Letras, además de la edición de órganos de difusión como Armas y Letras y Vida Universitaria.

Interfolia no sólo registraba la llegada de nuevos libros o la adquisición de un acervo, también publicaba ensayos en torno a la cultura impresa, reproducía al- gún poema en su sección “Sonetos mexicanos”, ofrecía noticias sobre el mundo cultural y el ámbito universitario;incluso dedicó algunos números a la difusión de la vida y la obra de autores neoleoneses.

Como toda publicación longeva, ha experimentado diversos cambios. De manera somera podríamos dividir su existencia en cuatro etapas: la primera, vinculada al trabajo del historiador Israel Cavazos y del bibliotecólogo José Ángel Rendón (1953 a 1980); la segunda (de 1991 a 1998 ), ya con el subtítulo Revista de la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria, bajo la dirección de Porfirio Tamez, primero, y de Jorge Pedraza después; la tercera, de renovación formal y temática, llevada a cabo por la poeta Minerva Margarita Villarreal (entre 2008 y 2019); y la más reciente, que José Javier Villarreal inició en 2020.

Con este número inauguramos una nueva era de Interfolia en la que incorporamos a su amplio repertorio temático nuevas lecturas de nuestros acervos.